miércoles, 30 de noviembre de 2011

LA SEÑORA DE NEGRO (COPERNICO)

Cuenta la leyenda que en un pueblecito cántabro de cuyo nombre no quiero ni puedo acordarme, de esos perdidos entre montañas y que en invierno quedan incomunicados, de esos que a menudo son tapados por la niebla y cuyas casas son aún de piedra y madera, sus gentes guardan un antiguo e insólito secreto. Dice también la leyenda que en dicho pueblecito hace ya más de 50 años que algunos de sus habitantes han vivido atemorizados. Estos habitantes son los que recuerdan un hecho que cambió la vida del pueblo para siempre. Un hecho que, bien por injusticia, bien por su crudeza, no ha sido nunca revelado a forasteros o a localidades cercanas, de tal modo que el secreto de momento ha quedado guardado dentro de los límites del pueblo y de la mente de sus más ancianos habitantes.

Este hecho, increíble e incomprensible para todos aquellos que no lo vivieron, cuenta que en las afueras de la localidad, y casi escondido entre una espesa arboleda, hay un edificio que había servido muchos años antes como un psiquiátrico. Allí enviaron a muchísimos hombres y mujeres que habían perdido la razón, a muchos que cometieron atroces asesinatos o que se les consideraba peligrosos a lo largo y ancho del territorio español.

Cuando pasó el tiempo y tanto el personal del psiquiátrico como los enfermos fueron reubicados en otros centros más cercanos a las grandes urbes, llegó el punto en el que el psiquiátrico se vació oficialmente. Pero, como en casi todas las versiones oficiales, hubo parte de la verdad que se ocultó, ya que en el pueblo empezó a circular el rumor de que a ciertos enfermos problemáticos, los servicios de salud o las administraciones pertinentes decidieron que salía más rentable hacer con ellos un ejercicio de “olvido?. Estos rumores se fundamentaban en testimonios de celadores del psiquiátrico a los que amigos o conocidos del pueblo les habían oído quejarse de la atrocidad que se estaba cometiendo al dejar allí a muchos enfermos atados con correas a sus camas, gritando, abandonándoles sin alimento ni agua, y sellando e insonorizando sus habitaciones para que nadie pudiera saber nunca más de ellos.

La atrocidad no se llegó a producir totalmente, ya que la idea fue demoler aquel edificio totalmente con los inquilinos que habían “olvidado? dentro. Por una razón o por otra el edificio no llegó a demolerse, así que allí quedó el psiquiátrico olvidado por todos, con sus inquilinos dentro y abandonados a una muerte segura y horrible.

Pero lo que no se podía esperar nadie fue lo que ocurrió después. Pocas semanas tras el abandono del edificio, muchos habitantes del pueblo empezaron a oír feroces gritos por las noches que provenían de la espesa arboleda, gritos que pronto pudieron identificar como procedentes del edificio del psiquiátrico. Los habitantes entraron en un silencioso pánico general, ya que nadie quería hablar de ello, y preferían callar ante lo que parecía un hecho imposible. ¡Aquellos locos ya deberían estar muertos, llevaban más de un mes sin alimento ni líquido, encerrados, atados!

La situación se empezó a complicar aún más ya que, unido a los terribles gritos nocturnos, a los lúgubres alaridos provenientes del antiguo psiquiátrico, los habitantes del pequeño pueblo notaron cómo cada noche desaparecían animales de sus granjas y corrales: gallinas, cerdos, vacas… Cada mañana faltaban más animales y aparecían trozos de algunos de ellos por el pueblo. Rastros de sangre salían desde las cercas del ganado y prácticamente no había nadie que no se hubiera percatado de que dichos rastros conducían camino del antiguo psiquiátrico a través de la espesura de la arboleda.

Hubo quien, además, advirtió que había visto por las noches a lo lejos a una mujer vestida de negro, de aspecto fantasmal y armada con una daga, destripar a los animales y llevarse muchos de ellos, para luego perderse en la negrura de la noche camino del siniestro edificio.
Pasaron las semanas, y en vista de las pérdidas de ganado en el pueblo, un día de fin de año los vecinos decidieron poner fin al robo de animales, aunque muchos de ellos se temieran que las desapariciones eran obra de un fantasma. Así que noche tras noche montaron guardia en todos los corrales y cercados, hasta que por fin una noche dieron con algo.

Uno de los vecinos que vigilaba encontró al ladrón con las manos en la masa y llamó al resto de personas que montaban guardia, que rápidamente se unieron a él. Delante de ellos, como si los espectros realmente existieran y fueran algo tan natural como el día o la noche, había una figura tapada con una manta negra, levitando unos centímetros sobre el suelo, con una daga que movía diestramente con una mano mientras decapitaba un pollo sujeto con la otra. La figura pareció percatarse de la gran expectación que estaba provocando sobre los habitantes del pueblo, que, armados con antorchas, guadañas, palos y otras armas espontáneas, no paraban de mirarla.

Con una velocidad sobrenatural, la figura partió “volando? literalmente con el pollo muerto en la mano hacia el edificio, confundiéndose en la negrura de la noche. Todos los vecinos, sin dudarlo, y venciendo el miedo a lo sobrenatural debido a que la masa humana reduce el temor, corrieron raudos hacia el oscuro y viejo edificio para atrapar al ladrón y detener la matanza de sus animales.

Al llegar allí, entraron salvajemente al edificio iluminándolo con sus antorchas. No encontraron nada en el primer piso, sólo viejas camillas y mesas quirúrgicas con telarañas. Pero, al subir al siguiente piso, todos ellos se detuvieron y quedaron petrificados al ver el repugnante espectáculo que tenían ante sus ojos. En la sala que se abría ante sus narices había varias decenas de cuerpos famélicos, encogidos, de largas melenas y que se les notaban todos los huesos. Les miraban en asustadizas posturas, tirados por el suelo, acurrucados en los rincones, mientras cientos de trozos de animales y gran cantidad de sangre estaban esparcidos entre ellos y por sus cuerpos. En el centro, la figura de la dama con la manta negra permanecía de pie, levitando, con el pollo ensangrentado y la daga en las manos. Todos los vecinos salieron huyendo despavoridos en una torpe carrera. ¿Los enfermos olvidados? ¿Fantasmas? Nadie supo quiénes eran los humanos o tal vez los espectros que allí estaban. A partir de entonces, cada fin de año los vecinos de este pueblo dejan, antes por temor y ahora por tradición, algunas gallinas o cerdos u otros animales en la entrada de la arboleda, y gracias a ello, dicen los viejos del lugar (a los que ahora se les considera que cuentan batallitas inventadas) que los gritos no se han vuelto a escuchar por las noches. Lo que bien es cierto, es que esos animales cada mañana de año nuevo han desaparecido.

COPERNICO

Nada es lo que parece... o si? (N0CH3)

La palabra correcta seria: Asombroso.
Una oficina cualquiera, una mañana cualquiera y una pelea cualquiera entre compañeras.
Dos de ellas, Amanda y Rocío, se engancharon del pelo. Luz aporreando la mesa histéricamente mientras gritaba tonterías, Leonor andaba nerviosa por el pasillo mientras juraba por lo bajini en arameo y daba unas caladas a su cigarrillo , María se las tenía a golpes con la mesa y Cristina decidió gritar en el baño, en su caso, era lo más parecido al canto de las ballenas, pero a lo bestia. Aquella escena era más propia de una clase de parvulario que de una oficina. Y todo por un hombre. Mi jefe. Y por la fiesta de la noche anterior. Su cumpleaños. Que majete, invitó a todo el departamento, bueno no, rectifico, obligó a todo el departamento con la firme amenaza de no subir el sueldo en dos años a quien no acudiese. Claro que, para él era un lujo, no había ni un solo hombre más en la oficina. ¡Ja!, menuda fiesta.
Izan (siempre me ha gustado este nombre, jejeje) era un hombre que no pasaba desapercibido ni mucho menos, alto, fibroso, atractivo, bien vestido, muy educado y, muy atento con sus empleadas, (Vamos el hermano malo del diablo, jijiji). Demasiado atento, el bandido. Tan atento que, todas ellas algún día se habían encerrado en el despacho con él durante un par de horas. Pero no te vayas a creer que entraron todas a la vez, no, eso ya daría mucho el cante, y se abandonaría el trabajo, y él, ante todo era un “gran profesional”, – aunque no siga ese refrán que dice : “Donde pongas la olla no metas la…”, bueno, ya me entiendes-.
Todas menos una, yo, (esto de llevar ahora el rol de tía es cuanto menos interesante) que ya estaba convencida de que pronto me pondría de patitas en la calle por no…, colaborar en este tipo de tareas, extras, por llamarlo de alguna forma. Lo mismo que le ocurrió a Filiberta, Fili para los amigos (que cursi), claro que, la mujer no estaba para muchos trotes a sus sesenta y cinco años, total iba a jubilarse ya.
De pronto, se hizo el silencio. Izan estaba en la entrada de la oficina observando con su sonrisa característica, el espectáculo.
Buenos días, dijo con su voz grave y aterciopelada-
Y como por arte de magia, instantáneamente, todas se sentaron en sus respectivos puestos atusándose el pelo y respondiendo al saludo de Izan, sonriendo abierta y amablemente, como si allí no hubiese pasado nada. Yo ya llegué a pensar si todo aquello que acababa de ver no habría sido producto de un sueño, y haciendo un copygrith del mentalista Anthony Blair me dije a mi misma: “No le des más vueltas, no tiene sentido”, y me dispuse a empezar con mi jornada cuando de repente…
Julia –inquirió mi jefe -
¿Si?- respondí-
¿Puede venir un momento, por favor?
Y diciendo esto pasó al interior del despacho. Tierra trágame –pensé, veras tú este ahora-.
Por un lado el silencio invadió la oficina. Por otro, las miradas de mis ¿compañeras?, se clavaron en mí. Ya le hubiese gustado al maestro Hitchcock haber conseguido tanto suspense para una de sus películas como el que se respiraba allí en ese preciso momento. Era la primera vez que mi jefe me llamaba a su despacho y yo, empezaba a intuir el por qué.
En pocos segundos estaba en el despacho.
-Cierre la puerta, por favor
Obedecí.
Izan miraba a través de la cristalera.
-Me gusta la lluvia –dijo como hablando para sí mismo- Siéntese, por favor.
Me acerqué a la mesa al mismo tiempo que el tomaba asiento en su, comodísimo y ajetreadísimo sillón. Me senté.
Julia –dijo clavando su mirada en la mía- ¿Se encuentra usted a gusto trabajando en esta oficina? ¿Le gusta su trabajo?
- Si, me gusta – respondí -
- Le gusta – repitió inclinándose en el respaldo de su asiento- Pero ¿se encuentra a gusto?
Yo, ya empezaba a cansarme de preguntas estúpidas teniendo tanto trabajo como tenía de manera que, decidí que si pensaba despedirme o hacerme una proposición deshonesta u honesta, depende del cristal y desesperación con el/la que se mire, respondí:
- Bueno, no es el Edén, pero sí, me encuentro a gusto.
Izan soltó una carcajada. Y yo me imaginé la situación fuera del despacho, ya no sabía que era mejor, si seguir allí dentro con el ligón, por llamarlo finamente, o salir al ruedo con las leonas de mis “compañeras”
- ¿Ha estado usted en el Edén pasa saber cómo se encuentra uno?
Preferí guardar silencio sonriendo levemente y no mandarlo a darse una vueltecita, por su incisiva gracia.
- Anoche –prosiguió- Se marchó pronto de la fiesta, ni siquiera se despidió, ¿Se encontraba indispuesta?
- Una persona no se marcha de una fiesta solo porque se encuentre indispuesta, pueden ser varias las razones y una de ellas, es por la que yo me fui. Siento no haberme despedido, de usted. Respondí en la misma línea y tono que él había marcado.
Se hizo el silencio.
Ya –respondió finalmente-. Bueno, no tiene importancia. Puede volver a su puesto. Gracias.
Asentí, me levanté y salí de allí aliviada, pero solo por el momento, hasta que abrí la puerta y vi a mis “compañeras” mirándome de reojo. Poco después, me encontraba en mi lugar dispuesta a empezar con el trabajo cuando volví a escuchar la voz de Izan, esta vez llamaba a Amanda. Ella se atusó el pelo, la falda, y se desabrochó un botón de la blusa. Antes de entrar al despacho sonrió maliciosamente a Rocío, con la que se había enganchado momentos antes. Cerró la puerta.
- La mato, la mato, la mato… –escupía una y otra vez Rocío al mismo tiempo que daba a la barra espaciadora del teclado, como si la quisiera romper-.
Observé como las demás agacharon la cabeza y continuaron trabajando. A Rocío nunca la había visto en ese estado, y la verdad, empezaba a preocuparme. Bueno, me preocupé hasta que se dirigió a mí.
- Y tú – dijo desde su asiento- Ju-li-ta, parecías tonta
La miré, pero en el preciso momento que iba a responderla un no sé qué – porque no lo tenía muy claro dado mi anonadamiento-, se abrió la puerta del despacho, Amanda, con porte serio y paso firme se dirigió hacia su mesa, recogió su bolso y salió de la oficina sin decir una palabra. Su cara lo decía todo.
Rocío!, venga por favor.
La voz de Jorge se dejó oír de nuevo. Me daba en la nariz que la oficina iba a empezar a gozar de un espacio más amplio, jijiji. Intuición femenina, o lógica pura y dura. Claro que, en esta oficina la lógica brilla por su ausencia. Lo dejaremos en intuición.
La muchacha, con una actitud más bien desconfiada, titubeó antes de adentrarse en el despacho que tantas veces había visitado llena de júbilo y, energía, como cuando Heidi correteaba por las bellas praderas de los andes, dando saltitos en busca de Pedro y sus cabritas.
El silencio se hizo patente en la sala, pero solo por un corto espacio de tiempo. Qué poco dura lo bueno –pensé mientras veía como se acercaban de puntillas el resto de mis compañeras a mi mesa-. En ese momento empecé a sentirme como Charlton Heston en “Cuando ruge la marabunta”, excelente película por cierto.
Sospechaba que me iban a someter a un tercer grado y sí, acerté. Nuevamente mi intuición.
Las unas se pisaban a las otras interrogándome sobre mi visita al despacho del “dire”.
¿Qué te ha dicho? ¿De qué habéis hablado? ¿Para qué te quería?
A lo que respondí: Que le gusta la lluvia. De la fiesta. Y que si sé cómo se encuentra alguien en el Edén.
Después de mirarme un tanto extrañadas volvieron corriendo a sus puestos al escuchar cómo se abría la puerta del despacho. Rocío salió de la misma manera que lo había hecho Amanda, que monas ellas dos, pero con un clínex en la mano y un sofocón de padre y muy señor mío, y claro este sofocón no era como los acostumbrados. Repetición de la jugada, coge bolso, chaqueta y sale de la oficina sin mediar palabra. Mi intuición cada vez iba cobrando más fuerza. ¿Quién sería la siguiente? Eso, creo que es lo que nos estábamos preguntando todas. Joder, esto se estaba convirtiendo en una especie de “Matanza en Texas” pero sin sangre, de momento.
Izan salió del despacho con esa media sonrisa suya que parecían haberle dibujado con tinta permanente, estilo hiena.
-Señoritas, hasta mañana. Buenas tardes.
Y con esa amabilidad que le caracteriza salió de la oficina no sin antes guiñarme un ojo. Menos mal que mi mesa esta junto a la puerta de entrada y mis compañeras no pudieron percatarse de semejante, detalle.
Luz, Leonor, María, y Cristina guardaron silencio absoluto hasta que se escuchó la puerta del ascensor. Izan ya se había marchado. En ese momento volvieron las voces y las preguntas:
Luz -¿Qué habrá pasado? Rocío iba llorando ¿la habéis visto?
Cristina – ¡Como para no verla! ¡Y oírla!
Leonor -No sé, no sé, esto no me gusta nada
María- ¡Coño! Se estaban tirando de los pelos! ¿Estáis ciegas? ¿Cómo pueden dar ese espectáculo barriobajero en la oficina?
Luz -¡Aaah claro!, las habrá despedido
Cristina- pues que se jodan! Total, para lo que hacían aquí
Leonor- Pues mira, vas a llevar razón, valientes vagas
María – ¡Y golfas! No te olvides que se han peleado por querer llevarse a la cama a Izan. Anoche también nos fastidiaron la fiesta ¿no os acordáis?
Luz- ¡Como olvidarlo!, vaya espectáculo, borrachas y haciendo striptease… ¡Que poca vergüenza!
Cristina- A ver si aprenden de una vez, el jefe es el jefe, ¡y no se liga con el jefe! ¡Hombre, por dios!
Se volvió a hacer el silencio mientras se miraban unas a otras. Después de dos horas y media de conversación del temita en cuestión, tan elegante y con tanta clase, decidieron ponerse a trabajar. Yo había aprovechado el tiempo y el trabajo me había cundido bastante, diez minutos y se acababa la jornada. Empecé a recoger bártulos, me acerqué a la máquina de café y encendí un cigarro. Al hacerlo, miré por los ventanales. No podía creerlo, al final de la calle, de un hotel vi salir a Izan con Rocío y Amanda agarrada cada una a un brazo de él, parecían felices y contentos, muy contentos. No pude por menos que sonreírme. Había cambiado de escenario y de estrategia. ¡Joder, joder! Con Izan and Company.
Y después de ver lo que estaban viendo mis ojos, empecé a poner en duda si la pelea entre ellas habría sido toda una farsa.

Consulté mi reloj. Hora de marcharse.
Bye bye chicas – me despedí de ellas mientras cogía mi bolso

Moraleja?
Casi mejor lo dejo a tu libre elección.
Me encantara, nos encantara que puedas expresarlo mediante dejar un comentario si te apetece.

N0CH3.

martes, 29 de noviembre de 2011

EL NIÑO DEL TUNEL (COPERNICO)

Pasaban las estaciones y él seguía allí. No conocía el mundo exterior, pero sabía muy bien cada uno de los nombres que se veían en las paredes de cada estación, aunque nunca había profundizado en la lectura. No sabía leer. Era analfabeto en ese sentido. Recordaba su nombre, el nombre que una vez una mujer que decía, entre dientes, ser su madre le había puesto: David, ese era. Viajaba de un lado para otro, siempre volviendo al mismo sitio, en la metro, la línea 6.
Era muy joven, mucho más que ahora, cuando lo dejaron olvidado en uno de los asientos. Nadie volvió a por él y aún ahora, quince años después, seguía esperando. Tenía tres años por aquel entonces. La imagen de su progenitora se mostraba difusa en su mente, apenas sabía si tenía de eso que llaman padre, él creía que no. Cuando niño, allá por el año 97, la gente seguía igual que hoy. Iban de un lado a otro sin hablar nadie con nadie, con prisas, sin tiempo para nada, ni siquiera para darse cuenta que un niño necesitaba ayuda.
David había notado, sin embargo, que el mundo había cambiado y lo veía reflejado en el semblante de las personas que pasaban por la línea 6 del metro de Barcelona. Aquello era Barcelona, es la conclusión que había sacado. Hablaba poco, pero sabía hablar. Había aprendido escuchando a aquella gente que, esporádicamente, hablaba o a través de aquello que llamaban radio. En la radio también había escuchado noticias de otros lugares y había comprendido que había mucha gente en el mundo externo y que Barcelona estaba dentro de un gran lugar llamado cataluña.
Aquel “gusano"? de metal era su casa y, la gente que día a día pasaba por allí, su familia. Conocía a todos y cada uno de los individuos que se cruzaban cada día con él, era consciente del tiempo que pasaba. Sabía cuando cogían el metro y hacia donde iban, aunque sólo conociese esos lugares de oídas, y cuando volvían. David era muy intuitivo y sabía que la gente desaparece cuando se arrugan demasiado, a veces antes, y sabían que a aquello lo llamaban muerte, esa gente ya no pasaría jamás por allí. Así, todo el mundo también lo conocía a él. Le echaban unos dieciocho años, él no sabía a ciencia cierta la edad que tenía, como siempre, lo intuía.
Desde allí dentro también notaba el paso de aquello que denominan estaciones, en las que hacía más o menos frío o calor según la época en la que estuvieran, y así calculaba los años. Y los días y las horas se marcaban con los movimientos de los personajes que visitaban su hogar, su frecuencia era la que determinaba el tiempo.
No recordaba como había ido subsistiendo a lo largo de los años, sabía que nunca le había faltado comida y la gente muchas veces le daba ropa que ya no quería. No conocía las costumbres del mundo. Sabía que debía comer porque tenía hambre y, a veces, incluso dormía, porque tenía sueño. Su vida, él, no era como los demás. A su edad, tenía un frondoso pelo rubio platino, muy largo, que cubría unos preciosos ojos azules sobre una cara de finas facciones. No sabía lo que era una peluquería, mucha gente le había dicho, a veces en tono desagradable, que fuera a una, pero no conocía ese término y no quería salir de allí, no estaba preparado para eso. También tenía un asomo de barba, aún débil, sus pelos aún eran muy finos, tampoco conocía el término “afeitarse"?. Su condición había hecho de él un individuo algo ignorante. Eso sí, sabía que se encontraban en el año 2012, él calculaba que habría nacido entre el 93 y el 94. Una vez, una mujer le dijo que iba a tener un niño y David se quedó extrañado, pensaba que la gente simplemente aparecía y luego volvía a desaparecer. - ¿Y cómo se hace eso? – Había preguntado. Entonces ella le enseñó su barriga. Era gorda y él la vio normal. Ella le dijo que el niño estaba allí dentro, pero David no lo veía. Ella le dejó que tocara, entonces lo sintió y comprendió. Una vez él también estuvo ahí dentro, en el vientre de otra mujer. Sabía que debía ser una mujer, ya que David había señalado a un hombre que estaba frente a ellos de pie, un hombre obeso, y Alma, que así se llamaba la chica embarazada (nombre que nunca olvidó, así como nunca olvidaría el nombre de nadie), empezó a reír, él la imitó sin saber por qué y entonces le explicó que sólo las mujeres podían tener niños. Desde entonces echó mucho más de menos a una madre y desde entonces supo que el día de su salida al mundo exterior en busca de su progenitora estaba cerca, pero debía darse un poco más de tiempo, aún no estaba preparado, había visto cosas malas, cosas que no le habían gustado y no estaba preparado. Y se decía: Mañana, mañana saldré ahí fuera…


COPERNICO

ME GUSTA... (minikinki_)

Me gusta el sonido de la lluvia contra el cristal.
Me gusta verte llorar de alegría.
El calor de una manta mientras fuera no deja de soplar el viento.
El calor de tus abrazos aunque no haga frío.
Una buena película, mezclada con palomitas.
Una película para estar a oscuras y poder mirarte sin que te des cuenta.
El picor del sol sobre la piel en un día de verano.
El roce de tu cuerpo contra el mío.
Sentir el mar contra mi piel acalorada.
Sentir tu saliva refrescando mi boca.
Caminar sobre el césped húmedo.
Caminar a tu lado.
Contemplar un amanecer.
Contemplarte.
Despertarme porque un rayo de sol acaricia mi rostro y ver el desayuno preparado en la mesa. Despertarme con un beso tuyo, que lo primero que vea en el día sea tu sonrisa.
Que haga frío y tener una bufanda que me proteja.
Que tenga miedo y me cojas de la mano.
Que alguien me diga te quiero.
Que me lo digas tú.
El sonido de la naturaleza.
El sonido de tu voz.
Saborear un helado.
Saborear tus besos.
Pequeños detalles que hacen que la vida sea mejor.
Aún mejor.

minikinki_

Relatos y poemas

Como siempre pidiéndoos ayuda... ains que administradores tiene este canal... Quisiéramos que esta fuera una página dinámica, y en la que participarais todos, por lo tanto, queremos tener una sección que hagamos entre todos, así que, si no os importa, podeis enviarnos vuestros relatos a la dirección del canal, os recuerdo mas_de_45@hotmail.com, condición imprescindible para que vuestros relatos sean publicados, es que estén firmados con vuestro nick...
Dadle caña, y enviadnos lo que querais... Gracias.

Caracteres permitidos para los nicks del Chat IRC Hispano

A partir del mes de noviembre todos los nicks (alias) utilizados en el Chat IRC Hispano que no dispongan del servicio gratuito de registro, no podrán contener caracteres adicionales a números (0-9), letras (A-Z), guión (-) y subrayado (_).

Todo usuario que incluya en su nick un caracter no permitido, éste será sustituido automáticamente por el valor del caracter "_" (subrayado).

Ejemplo: si te pones el nick ^Hispanito^, }Hispanito{ o [Hispanito] automáticamente el servidor lo cambiará a _Hispanito_

En caso de que la sustitución generada automática por parte del servidor encuentre alguna coincidencia en la red (en uso o registrado) se generará un nick aleatorio de tipo "invitado-xxxx" donde las "x" serán números.

Desde el pasado mes de abril esta normativa fue aplicada al sistema de registros. Al igual que en el momento de este cambio, todos los nicks registrados con anterioridad a esta nueva normativa que contuviesen caracteres no validos podrán seguir siendo utilizados. Recuerda que si tu nick caduca no podrá ser registrado nuevamente, ni recuperarse con los caracteres NO permitidos.

Actualmente se permite una longitud para los nicks (alias) de 30 caracteres, si aún no dispones de un nick (alias) registrado puedes hacerlo de forma totalmente gratuita desde aquí.

sábado, 26 de noviembre de 2011

BIENVENIDOS

Bienvenidos a la página web del canal #más_de_45 de irc-hispano, toda la administración del canal estamos encantados de que nos visiteis. Como vereis, la página está aún en construcción, queremos que sea un rincón donde todos tengamos nuestro propio espacio, y, para ello estamos trabajando.
De momento, el problema que había con la página anterior que no permitía acceder al chat está solucionado... Esperamos que la web esté plenamente operativa en unos días.
Aprovechamos para enviaros un saludo. Gracias por estar aquí, sin vosotros esto no tendría sentido.

 
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